Es una obra de arte viva, que se concibe desde el comienzo de los trabajos de remodelación del entonces futuro espacio de residencias artísticas para curadores e investigadores como parte fundamental de sus operaciones. Siendo no el primer ´Jardín de la esperanza psicotropical, Pharmakon´ es una investigación de largo aliento sobre arte y farmacia, específicamente plantas sagradas y medicinales. ARAFURA Es el primer proyecto paisajístico en dónde se plantearon en principio la historia de Popotla y la relación de las plantas con los astros específicamente la constelación de Orión, en tiempos prehispánicos, observando las dinámicas de la colonia y la comunidad. Las plantas y su distribución serían uno de los ejes centrales de la casa, parte de la alimentación, la investigación, y la vida de ARAFURA.
En agosto de 2020 comenzamos con los planos y dibujos preliminares son un collage que hace parte de la obra, que en principio se pensó como un espacio para plantas endémicas, idea que, si bien no se ha logrado del todo en la realidad, ha servido como punto de partida para una investigación mas profunda sobre la historia de las plantas que han llegado a la casa. Las plantas como fuerte de alimento y sus múltiples usos y propiedades, ese inventario aun sigue en proceso, y se propuso desde el principio un mapa herbal interactivo con la descripción uso y propiedades de dichas plantas, teniendo en cuenta que muchas crecerán sin ser planeadas y otras serán de temporada. Cabe anotar que tanto el diseño, el trabajo en la obra, plantar y la preparación del terreno y la composta fueron en constante trabajo de Cristina Ochoa con Martha León.
Aunque el resultado es muy cercano a la propuesta del plano original, cuando se llega a la cerrada una brugmansia, traída del jardín de San Ángel fue plantada en la entrada el 23 de septiembre en el equinoccio, como guardiana del lugar. El agua es fundamental en el diseño, en la entrada la poceta con fuente conecta el mundo exterior e interior, y hace énfasis en la importancia del agua que funcionará como sistema de riego y memoria de los canales prehispánicos y la influencia española con el espejo de agua.
En la reja de la entrada al borde de la poceta crecen, en la reja enredaderas capuchinas, malanga en la esquina, que se utilizarán como alimento de humanos y mariposas en el caso de las capuchinas, colas de caballo para limpiar el agua, y hacer preparaciones herbolarias, helechos de chivo guardan la esquina de la puerta principal, mientras algas aztecas, deliciosas fuentes de espirulina y lotos flotan en el agua. El agua marca el paso al mundo de Arafura y al atravesar la biblioteca se puede apreciar el jardín interior en donde un magnolio en crecimiento marca el corazón de la casa. En el patio se encuentran orquídeas, begoñas, bromelias y anturios, entre otras plantas de interior. Al abrirse paso al jardín se puede apreciar una diversidad en miniatura de suelos, el desierto con agaves, nopales, peyote, dioscórea, suculentas, mientras los bambúes al fondo refrescan el muro, junto con plantas sagradas, calateas, geranios, flores, hibiscos, pasifloras, huele de noche, coleos, salvia divinorum. Al lado del espejo de agua crecen exuberantes, la pequeña palma, las flores, dalias, toloaches, frijoles, jitomates, chiles, amarantos, hierbas y plantas comestibles de la milpita, en donde ya se cosechan flores de calabaza, muicle, toronjil, estafíate, epazotes, entre otras delicias que ya hemos probando y con las que seguiremos experimentando. En el balcón del segundo piso, los matalíes o tradescantias que se usan en la cocina también dan diversos tonos purpuras con las petunias que cuelgan del balcón, contrastando con la arquitectura modernista de la casa.
Arafura ha sido un proceso de aprendizaje e investigación, que se convierte poco a poco en un semillero y laboratorio vivo para estudiar y producir desde la botánica y el arte.